EL ASCENSOR.

 

Esa mañana presentía que iba a ser diferente; primer lunes de otoño, pocas ganas de trabajar, muchas deudas por pagar, entonces las ganas de laborar me las tenía que inventar. Pero como si fuera adivino, este premonitorio sentimiento me soplaba las orejas; así el teléfono deja sentir su, "tan anhelado repicar", y de primera hora.

- Sí diga, buenos días.

No muy grato el comentario de la dama pero, bueno, pan de cada día atender a personajes, un tanto "especiales al trato".

El problema daba cuenta de la atención al domicilio, para el cambio de las combinaciones a las cerraduras del departamento, en principio dicen, por haberse perdido unas copias de las llaves.

De los comentarios que hagan los clientes y que no me gusten, "comienzan a elevar inmediatamente el precio del trabajo". Por eso, los clientes "pesados" encuentran tan onerosos mis honorarios, o sea las irreverencias y comentarios desafortunados, los hago pagar caro, eso está en el articulo 20 de mi constitución; (claro que en todo caso el comentario de los maestros es certero y el calificativo de "pesado", es mi marca registrada).

Me di entonces un buen tiempo, ya que el desayuno no aceptaba quedar a medias; el salame era "ahumado italiano",........ mi favorito, ¡¡¡y el café no se podía enfriar!!!.

En esos momentos llega al taller la señora Perla, quien sagradamente pasa todos los días a "hincharme los pollitos", con sus "comentarios o cagüines" que al fin no entiendo para nada; pero lo bueno que tiene, es que bendice mi persona, al local, a mi familia y hasta el Quijote que tengo de guardián. La verdad que le tengo harta paciencia a la veterana , ¡aunque fama de eso con la gente,........ no tengo mucha!. Pero en una de esas, esta señora está bien con el Jefe y algo me cae.

Justo que ya marcho al "domicilio", suena el teléfono nuevamente, pero esta vez era equivocado. ¡Ese típico llamado lo hace Satanás, solo para hacerme perder tiempo!, y más encima, parece que el salame no me cayó muy bien, pa`más remate.

Al fin ya estoy en camino, y aunque no es muy lejos, igual tomo locomoción, ¡si ya estoy atrasado!. Una buena interpretación de "gracias a la vida" entretiene el viaje, pero me tengo que bajar pronto y de dar propina.... ¡¡me he librado!!.

El destino era en uno de esos viejos edificios de Plaza Italia, en donde antiguamente estaban los "Establecimientos Oriente", y el ascensor pa`que les cuento, una jaula dentro de otra jaula, con dobles puertas de corredera , derechamente prehistóricas ,-¡ sí , por que arcanas es poco! ( aquí es donde aprovecho de desprestigiar al "Otis", ya verán porqué ) .

 

Aparte que mi maletín pesa casi igual al de un gasfiter, el desayuno debe ser lo bastante contundente , para poder abrir cada una de esas pesadas puertas. Se tienen que imaginar que el nicho del ascensor, lo va haciendo el caracol que rodea el ascensor entre el pasillo y la escala.

En forma brusca, pero lentamente comienza su recorrido turístico la "cajita feliz".

Como se pueden ver las puertas de los departamentos entre piso y piso, es que en el tercero habían puestas unas llaves en la cerradura principal, y como ese detalle no se me podía escapar; si estuviesen puestas aun al bajar, detendría el ascensor y daría aviso a los dueños, ¡lógico deber ciudadano!.

Mi viaje era al sexto piso, al llegar al departamento 61, ya esperaban con la puerta abierta. "Rancio" era el ambiente; la señora de la casa sale al paso, dejando ignorado a un señor de aspecto tímido, apocado en sus formas y maneras; sin rodeos "estúpidamente omnipresente". De ella; toda angustia, toda preocupación, muy bien vestida, muy delicada y esmerada – toda una muy bien...... dotada señora.

El humo de un par de cigarros denotaban nerviosismo por la angustia de haber sido victimas de un robo, y como yo no fumo, entonces rápidamente comienzo a desmontar las cerraduras de la puerta principal, para hacer las nuevas llaves y desaparecer del lugar.

Las cerraduras estaban "mas trajinadas que andén de estación", ya que eran las originales del edificio, pero igual aguantaban otro cambio de combinación.

No son tiempos, pero una no despreciable propina le cayó a este "humilde servidor"; ¡como que te levanta él animo que queden agradecidos del trabajo y lo manifiesten de esa forma!, -¡al fin y al cabo, el garrotazo ya había sido propinado igual no más!.

Todo iba a pedir de boca, entonces a luchar con el ascensor, pero ahora totalmente lleno de energías; ¡es que había partido súper bien el día!.

Al pasar por el tercer piso, aun estaban las llavecitas puestas; así que detuve el ascensor y abriendo una puerta, y luego la otra, sin soltar ninguna, extendí mi brazo derecho.............

....y al tocar el timbre, de esos plateaditos y metálicos, -¡es que me ha cruzado de mano a mano una tremenda descarga de electricidad, dejándome el sistema nervioso totalmente agarrotado!. ¡Ese par de segundos, les diré; fue realmente una eternidad; estuve pegado como estampilla!.
¡Toda la terminología eléctrica invadía mi, -deseada por muchas-, valiosa humanidad!( aquí soñar se vale). Sin compasión ni lastima; los neutrones, electrones, voltios, wattes y vayan a ustedes a saber que más; ¡pero me hicieron pebre!. No sé si fue el timbre o el ascensor que al fin me soltó, y de hocico al duro embaldosado fui a dar, quedando mas tiritón que curao un día lunes (¡hola Rolando!), además de arrepentido del acto y totalmente cansado. ¡Pero aun mi misión no estaba cumplida!, así que ahora mejor recurrí al "viejo golpetear de nudillos".

Para mi pensé:

- ¡Vieja tiiiiiiiiiiiiiit,....... por que mejor no te metís la llave en la tiiiiiiiiiiiiiit,......... ¡acaso estabai pensando en el tiiiiiiiiiiiiiit,........... (mejor le hago igual que en la tele, no vayan a pensar que soy ordinario, igual que el "profesor rosa").

Sin más que hacer, continué mi viaje,.... ¡ahora mejor por las escaleras!, rumbo al resto del día, con una historia más para mis registros y con la inseguridad y temor propio, que deja esta ..........cuaci-electrocución.

 

FIN