Los nombres originales de esta historia han sido alterados para proteger sus identidades; dejarlas libres de toda culpa, posibles bromas, burlas e interrogaciones que en verdad, no vendrían al caso.

Entonces la dama en cuestión se llamará "Campanita" , y nuestro amigo cerrajero se llamará "Cabestrillo", no sé porqué, pero me gusta así.

 

El cinturón de castidad.

 

Técnicamente, este candado es excelente, y su aro es de acero templado; o sea no se puede cortar con sierra, además su sistema de traba es exclusivo, muy resistente a la palanca.
Como Cabestrillo es ingles para llegar, es que esperó los cuatro minutos de llegada adelantado, antes de tocar el citófono.

La señora personalmente atendió la puerta, -estaba sola. Entonces se dispusieron en el recibidor, en el que inmediatamente se pronunció una refrescante Coca-Cola, de verdad muy oportuna.

Al grano.

Se notaba de entrada, que la dama en cuestión estaba totalmente compungida, era muy extraño el rodeo de su conversación y la inquietud de sus sudorosas manos.

Rondaba los 38 años mas o menos, o sea florecía una fresca y dulce belleza en el metro 75 de estatura. De plano interesante al limite, pero de ojos muy tristes.

Ahí es donde la señora se descompuso totalmente irrumpiendo en un violento llanto, llena de la vergüenza que dejaba la insólita confesión a un total desconocido hasta ese instante. El abrazo de consuelo era lo mas lógico, y el cobijo del hombro de Cabestrillo era lo mas cercano, para descargar la amargura de una situación equivocada en el tiempo.

Aquí es donde Cabestrillo comienza a temblar como condenado en el patíbulo. Su boca comienza a secarse rápidamente y la rigidez nerviosa de su columna entorpece aun mas sus sensibles manos y cuello; ya que entonces la señora Campanita descubre sus largas y hermosas piernas, dejando expuesto el carcelero calzón, de metálicos dorados y firmes cueros.

De rodillas entonces sobre la peluda alfombra son dispuestos el atribulado maestro y sus originales ganzúas.

En la parte superior y abrochado en un estratégico ojal se encontraba el lustroso y prestigioso candado "Master". Tomarlo entre los dedos para ver la ranura del cilindro fue lo mas difícil para Cabestrillo, ya que otras "ranuras" aledañas llamaban de sobremanera la atención del patético "profesional".

¡Hasta el regular segundero del reloj de la pared detuvo su andar!, ¡eso de puro curioso solamente!. Lo malo que el instante para Cabestrillo se traducía en una eterna, pero para muchos de ustedes, "envidiable tortura".

Una vez abierto el candado, el deshidratado Cabestrillo descansa su, por ahora, pálida humanidad, en el sillón mas cercano, y también su aun mas; cercano desmayo.

La liberada señora Campanita cubrió entonces las piernas con sus ropas y desapareció por el pasillo hacia el baño, en donde luego de una deseada ducha, volvió a aparecer para ofrecer otra refrescante Coca-Cola.

Finalmente la gratitud de la señora Campanita, se tradujo en unos cuantos "billetes grandes", lo que se asimilaba al valor de una apertura de caja de fondos común. Precio nunca transado; ya que ponderadas las circunstancias, no era tema a discutir.

Después de advertir de la necesaria amnesia a la que debía someterse la situación, y sumados los miles de agradecimientos, es que al dar la mano de despedida, la señora Campanita toma firmemente la mano de Cabestrillo; y con voz suave y angelical le dice:

Fue ese el instante en que la agradecida dama regala a Cabestrillo su mas preciada "propina", la cual desafortunadamente no pude advertir, ya que la puerta de la alcoba, en esos momentos se cerró tras los protagonistas, y como saben, desde ese día,........................ ¡¡Cabestrillo sufre amnesia!!.

Pero siguiendo la lógica, parece que "Campanita"............. hizo "tilín", o mas bien;............"tilín tilín tilín tilín".

Fin